jueves, 29 de diciembre de 2011

Mesanza / Safo

Memorable, como todos sus poemas. Memorable, desde la primera vez que lo leí en su blog. Traidoramente fiel a Safo. O fiel en el delicado arte del matiz. Y en el fondo, Safo en estado puro.

SAFO DIECISÉIS

Lo más hermoso de la negra tierra
no es una carga de caballería,
no es el choque frontal de dos falanges
ni el blanco surco de una nave negra.
Lo más terrible de la hermosa tierra
es amar el desdén de quien amamos.

Julio Martínez Mesanza

(Y ahora leído por segunda vez en Primera antología, Isla de Siltolá, 2011)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Villancico

El cielo cuelga su rabia.
Arriba, muy arriba, las nubes ya no han de ser confuso barro, ni desairados jirones de caminos, ni la fiebre violenta de los palimpsestos trajinando sus bielas del pensar y el pensar, aleteo sin término, cuervos de nada.
Es necesario
izar la medianoche y alisar el cielo, de ciudad en ciudad, de mano en mano, alisarlo como un pecho de muchacha.
Alisar la memoria como un largo y perfumado olvido, y hacer del cielo una lenta liturgia tipográfica,
una piel encendida, un callar, un callar y no saber decir antes del tiempo justo de la nieve, cuando el cielo es ya su propia espera y su ignorancia,
y ya no importa
justificar las huellas abandonadas a sus tristes vísperas ni el raído sermón de los relojes, si el cielo late de clara conciencia aquí y ahora, si tú y yo somos el cielo o el silencio antes del tiempo justo de la música, si el cielo cabe en una sola página.
Si tú y yo somos la noche.
Si la noche va cayendo copo a copo,
si una extraña piedad va borrando las calles,
¿quién pisará la vencida inocencia,
la nieve de los versos por venir,
la blanca mirada ausente en la ventana?


(De Tránsito)

lunes, 5 de diciembre de 2011

Un poema de María Polydouri




PORQUE ME QUISISTE

No canto sino porque me quisiste
en los años pasados.
Con el sol, con el presagio del verano,
y en la lluvia o la nieve
no canto sino porque me quisiste.

Sólo porque me tuviste entre tus brazos
una noche, y me besaste en la boca,
sólo por eso soy hermosa igual que un lirio abierto
y aún guarda el alma aquel escalofrío,
sólo porque me tuviste entre tus brazos.

Sólo porque tus ojos me miraron,
y el alma en tu mirada,
me ceñí con orgullo la más alta
corona de mi vida,
sólo porque tus ojos me miraron.

Sólo porque te fijaste en mí cuando pasaba
y yo en tus ojos vi pasar mi sombra
leve, como un sueño,
y jugar, y sufrir,
sólo porque te fijaste en mí cuando pasaba.

Porque, titubeando, me llamaste
y me tendiste las manos,
y en tus ojos traías el deslumbramiento
—un desbordado amor—,
porque, titubeando, me llamaste.

Sólo, sólo porque a ti te gustaba,
es porque mi andar sostenía su gracia,
como si me siguieras allá donde marchase,
como si pasaras por algún lugar cerca de mí.
Sólo, sólo porque a ti te gustaba.

Sólo porque me quisiste yo he nacido,
por eso sólo se me concedió la vida.
Y en esta vida triste, insatisfecha,
mi propia vida fue colmada.
Sólo porque me quisiste yo he nacido.

Tan sólo por tu amor inigualable
dispuso el alba rosas en mis manos.
Para alumbrar un instante tu camino
la noche pobló mis ojos con estrellas,
tan sólo por tu amor inigualable.

Sólo porque tan bellamente me quisiste
he vivido, para multiplicar
tus sueños, hermoso tú que has declinado,
y ahora dulcemente muero
sólo porque tan bellamente me quisiste.

(De Los trinos que se extinguen, Vaso roto 2013. Traducción de Juan Manuel Macías)

***

ΓΙΑΤΙ Μ’ ΑΓΑΠΗΣΕΣ

Δεν τραγουδώ παρά γιατί μ’ αγάπησες
στα περασμένα χρόνια.
Και σε ήλιο, σε καλοκαιριού προμάντεμα
και σε βροχή, σε χιόνια,
δεν τραγουδώ παρά γιατί μ’ αγάπησες.

Μόνο γιατί με κράτησες στα χέρια σου
μια νύχτα και με φίλησες στο στόμα,
μόνο γι’ αυτό είμαι ωραία σαν κρίνο ολάνοιχτο
κ’ έχω ένα ρίγος στην ψυχή μου ακόμα,
μόνο γιατί με κράτησες στα χέρια σου.

Μόνο γιατί τα μάτια σου με κύτταξαν
με την ψυχή στο βλέμμα,
περήφανα στολίστηκα το υπέρτατο
της ύπαρξής μου στέμμα,
μόνο γιατί τα μάτια σου με κύτταξαν.

Μόνο γιατί όπως πέρναα με καμάρωσες
και στη ματιά σου να περνάη
είδα τη λυγερή σκιά μου, ως όνειρο
να παίζει, να πονάη,
μόνο γιατί όπως πέρναα με καμάρωσες.

Γιατί δισταχτικά σα να με φώναξες
και μου άπλωσες τα χέρια
κ’ είχες μέσα στα μάτια σου το θάμπωμα
—μια αγάπη πλέρια,
γιατί δισταχτικά σα να με φώναξες.

Γιατί, μόνο γιατί σε σέναν άρεσε
γι’ αυτό έμεινεν ωραίο το πέρασμά μου.
Σα να μ’ ακολουθούσες όπου πήγαινα,
σα να περνούσες κάπου εκεί σιμά μου.
Γιατί, μόνο γιατί σε σέναν άρεσε.

Μόνο γιατί μ’ αγάπησες γεννήθηκα,
γι’ αυτό η ζωή μου εδόθη.
Στην άχαρη ζωή την ανεκπλήρωτη
μένα η ζωή πληρώθη.
Μόνο γιατί μ’ αγάπησες γεννήθηκα.

Μονάχα για τη διαλεχτήν αγάπη σου
μου χάρισε η αυγή ρόδα στα χέρια.
Για να φωτίσω μια στιγμή το δρόμο σου
μου γέμισε τα μάτια η νύχτα αστέρια,
μονάχα για τη διαλεχτήν αγάπη σου.

Μονάχα γιατί τόσο ωραία μ’ αγάπησες
έζησα, να πληθαίνω
τα ονείρατά σου, ωραίε που βασίλεψες
κ’ έτσι γλυκά πεθαίνω
μονάχα γιατί τόσο ωραία μ’ αγάπησες.

domingo, 20 de noviembre de 2011

I

Denique sit quod uis, simplex dumtaxat et unum! ("¡Sea, en fin, lo que quieras, pero al menos que sea simple y uno!"), escribió Horacio en su poética (Epístola a los Pisones), y asombra comprobar cómo este verso sigue respirando a través del tiempo y el caprichoso trajín de las estéticas, a salvo incluso de la naftalina clasicista. Sí, haz lo que quieras: sé extenso o breve, cóncavo o convexo, sólido o líquido, simétrico o asimétrico, pero quiere que el poema siempre sea tenido por uno. Lo que se ama sólo puede ser singular, y ni siquiera la suma dócil de las partes logra contentar a un amante que se precie de serlo. Tal vez algún día venga el desamor o la filología a ejecutar el bajo rito de lo múltiple. Pero si te mantienes firme en tu mirada clara, no te dejarás impresionar por el trucado, rencoroso serrucho del ilusionista.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Otro apunte

Creo que nunca hubo tanta sobreabundancia cansina de poéticas como ahora. La rolliza teoría lo aplasta todo, y apenas deja un rincón para el poema, que sólo tiene derecho a respirar como ejemplo práctico de las directrices que pregona aquélla. Qué pizarra no quedará sin su diagrama, qué frente estará virgen de desvelos, y cuántos vagarán con su redecilla, fustigando el aire, para cazar la mariposa que ya ha sucedido. Porque el poema es la crisálida, la mariposa, su vuelo y su jornada, todo junto. Si la creación es un mito, el poeta entonces ha de vivir en el mito. Dejémoslo allí solo al poeta, poetizando. Lo anómalo (creo) es encallarse demasiado en ese papel. Como si alguien acomoda unos regalos por la noche, asumiendo y respetando el juego, y termina por creerse el mismísimo Santa Claus a la luz del día.

martes, 8 de noviembre de 2011

Isla de Siltolá 5-6



Se anuncia la próxima entrega de la revista de poesía Isla de Siltolá, probablemente la mejor revista de poesía española en este comienzo de siglo. Viene con número doble. Y viene con un inédito de Juan Ramón Jiménez y con poemas de Olga Bernad, Jordi Doce, Álex Chico, Eduardo Moga, Jesús Aguado, José María Jurado, María M. Bautista, entre otros. En este número doble también aparecen dos poemas de María Polydouri, traducidos por un servidor, como anticipo de mi próximo libro con la poesía de esta grandísima poeta griega del siglo pasado, apenas inédita en España. Los poemas, por cierto, están traducidos del griego, que parece que en estos tiempos hay que decirlo, como si fuera un plus (ay). De hecho, uno de estos poemas, γιατί μ' αγάπησες, se publica aquí por primera vez traducido al español. Es uno de los poemas de amor más valientes, espontáneos y puros que jamás se han escrito. El compositor Dimitris Papadimítriou hizo una bellísima adaptación de este poema para el disco de Elefthería Arvanitaki "Τραγούδια για τους μήνες". Me alegra que estés aquí, María, tan bien acompañada.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un poema de Efi Cubero

Efi Cubero, admirada poeta y amiga, me dedica este bello poema. Me dice que formará parte de su nuevo libro, en el que está trabajando, y del que sólo se conocen algunos poemas sueltos ya publicados. Con su permiso, me gustaría compartirlo aquí, con los lectores de esta bitácora. Muchas gracias, Efi.

***

EN EL METRO

Por una iluminada oscuridad
fugazmente la noche se movía.
Perfumaba la prisa del viajero el mordisco oloroso
de unas palabras vivas escritas hace siglos.
Fuera se confundía la imprudencia del mundo
como una lluvia airada calando hasta los huesos.

Antes que la escalera mecánica nos alce
puede vivirse así, como los topos, –pensé–
mientras haya palabras que consuelen…

(Efi Cubero, inédito)

domingo, 30 de octubre de 2011

sábado, 29 de octubre de 2011

Dimensión de la frontera / Álex Chico


Recién apeado de Dimensión de la frontera, el nuevo poemario de Álex Chico editado hace poco por Isla de Siltolá. Habrá que hablar más de este magnífico libro, por ejemplo en Madrid, pero ahora sólo pretendo esbozar unas líneas, aún a la sombra de su leve y clara melancolía y esa justa voz que tan sabiamente equilibra el pensamiento y el canto. Ahí está la frontera, por supuesto, el lugar perfecto para la poesía. Y el tiempo de las calles, o las calles del tiempo. La soledad que extraña y los poemas de quien sabe mirar escribiendo en torno. Y la memoria ("Sólo la memoria recupera su estado / de sitio"). Poemas memorables, como Adagio in sol minore, Aljibe, Revetlla... O este que copio a continuación, Ellos, que el autor me dedica, y que un servidor ha de llevar siempre con orgullo y agradecimiento. Javier Sánchez Menéndez, poeta y editor, lo ha publicado. Un acierto más de su isla. Dirán que Álex Chico es un poeta que pertenece a una generación determinada. Pero, sobre todo para mí, pertenece a una mesa de alegres y variados comensales (poetas, amigos, vosotros) que cenan en Barcelona una noche para siempre, bajo esa luz minúscula, azulada.


***

ELLOS

No sabremos si este momento
formará parte de la vida.
Menos aún de la Historia.
Si esta luz -minúscula, azulada-
podrá sobrevivir cuando no quede nadie.
Si permanecerá pasados los años,
y logrará al final convertirse en nosotros.
Ser nosotros.
Definirnos.
Si este instante merecerá el recuerdo
o acabará disgregándose, como siempre
ocurre con los segundos
que no son, en apariencia, importantes.

Quén lo sabe.
Que quede, al menos, escrito.

(Álex Chico, Dimensión de la frontera, Isla de Siltolá, 2011)

domingo, 16 de octubre de 2011

Still life, el nuevo poemario de Juan Vico


Una feliz noticia. Ya está en el aire el nuevo poemario de Juan Vico, Still life, flamante premio de poesía Divendres culturals, publicado por la Universidad Autónoma de Barcelona en su colección Gabriel Ferrater. El título suena a clásico del rock, podría ser perfectamente un disco de Bowie. Pero sus páginas vienen colmadas de poesía española de primer nivel, un regalo para gourmettes. Enhorabuena, Juan. Pero, sobre todo, enhorabuena para nosotros, tus lectores.

***

LECCIÓN DE ANATOMÍA

Imagino un pintor del mil quinientos,
un oscuro aprendiz, un ladronzuelo
que trata de escurrirse a ras de noche
junto a la tapia gris del cementerio,
oigo su paso abrupto mientras corre
con el brazo de un muerto bajo el brazo,
camino del taller: palpita aún,
se diría, ese cúmulo de nervios;
pero es su corazón el que resuena.

Huele a sombra y a piedra, se oye el leve
rasguño iluminado del esbozo,
al final de otro día, otro cualquiera,
sentado en mi escritorio frente al negro
de la pantalla: escribo este poema,
me miro en ese espejo mientras trato
de copiar los despojos de mi tiempo,
de salvar un recuerdo, una mirada,
la luz de un cielo más, de un cielo menos.

Veo mis manos pudriéndose en la mesa,
y un trapo bermellón que adorna el suelo.

(Juan Vico, Still life, Servei de Publicacions de la Universitat Autònoma de Barcelona, 2011)

martes, 11 de octubre de 2011

Cantigas y cárceles (mi nuevo poemario, en Isla de Siltolá)

Me resulta difícil hablar de un libro propio, supongo que por falta de costumbre, y este año ha sido curiosamente fértil. Este es un "hijo" especial, por el que siento un gran cariño. Comenzó a crecer en el 2004, sin prisa pero sin pausa, hasta casi antes de ayer. Desde sus primeros días ya sabía cuál era su nombre. Tuvimos nuestros desencuentros, nuestras raras separaciones, pero al final siempre acabábamos juntos. El mismo tiempo ha pasado por nosotros, no sé si de la misma manera. Ahora, Javier Sánchez Menéndez, artífice de la Isla de Siltolá, me hace el regalo de verlo negro sobre blanco, y me siento honrado de formar parte de ese catálogo espléndido que ha ido juntando esta gran editorial sevillana. Muchos de sus libros pasan más tiempo en mi mesilla de noche que en las estanterías. Hace unos días anunciaba mi querido Álex Chico en su blog la salida de su Dimensión de la frontera. Su destino será, sin duda, mi mesilla de noche. Allí están también, inagotables en sus lecturas, dos buques insignias de la editorial ajedrezada, Caricias perplejas y Nostalgia armada, de mi vecina Olga Bernad, dos libros que quiero tanto como si fueran míos (al primero lo vi nacer). Espero que estas Cantigas y cárceles merezcan también alguna mesilla de noche.

Aquí el enlace de la novedad en Isla de Siltolá:

sábado, 1 de octubre de 2011

El gaélico

En mi extenso curriculum de lenguas que ignoro apasionadamente, el gaélico ocupa un puesto de honor. Fue uno de mis más sonados fracasos. Recuerdo lo contento que llegara a casa, hace mil años, con una gramática y un diccionario de irlandés recién comprados en la tristemente fenecida Miessner de Madrid, que me costaron un huevo. La gramática, que aún conservo prácticamente intocada, pertenecía a una colección cuyo lema tenía un cierto tonillo despectivo: Teach yourself. A la par que profético, pues delegar la parte docente en alguien tan voluble y perezoso como myself ya lo encaminaba todo, sin remedio, hacia el naufragio. En mi caso, el iceberg asomaba ya en las primeras páginas: la delirante ortografía gaélica, que parece haber sido consensuada en un pub y en un alteradísimo estado de conciencia. Desde entonces el gaélico (en cualquiera de sus modalidades) nunca fue un hogar, aunque casi prefiero verlo así, como algo lejano, abrupto y sin embargo bello. Incomprensible y misterioso para siempre en las canciones y en la poesía. Como una pelirroja que jamás nos hará caso.

***

Contaba Antonio Rivero Taravillo en su bitácora que ayer era el día del traductor. Pues, aunque sea con retraso, lo celebraremos desde aquí con un poema de este poeta y traductor de poetas, de su último y recomendable poemario Lejos (Siltolá, 2011). Traducir poesía y escribirla, para mí, es exactamente lo mismo. Si entendemos "traducir" en su sentido más impropio, encontrar una música para acompasar un tramo de la siempre incomprensible realidad, por donde discurre la vida o unos versos en lengua extraña, o ambas cosas.


***


AG AISTRIÚ AS GAEILGE TAR ÉIS MÓRAN MÍ
(Traduciendo gaélico después de muchos meses)


Las palabras dormían, como el arma
de un héroe hasta el día que la muestra
bermeja de victoria, o como el día
que brilla entre las líneas que traduzco
de esa lengua que hablé cuando vivía
a este dialecto tosco, lengua muerta
que nunca hablaron Conchobar ni Gráinne.

Reúno estas palabras de ultratumba,
ya que resucitar no puedo entre sus voces.

(Antonio Rivero Taravillo, Lejos, Isla de Siltolá, 2011)

jueves, 29 de septiembre de 2011

Inteligencia

¿Un poema surge de la inteligencia? Hombre, claro. E insistir ahí ya es de Perogrullo. La poesía es lenguaje y el lenguaje es inteligencia. Ahora bien: a ver qué entendemos por inteligencia. Porque si lo que me están vendiendo es el poema-sudoku, que no cuenten conmigo, ni para empezarlo ni para resolverlo. Yo creo en las musas. Me parece muy agradable creer en ellas. Homero también lo hacía. Y pobre del que no sepa vivir entre mitologías.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

En Olleir las llamas / Luis Miguel Rabanal

Escucha, encontrarás a quien una tarde quiso robarte la niñez sin nada ofrecerte a cambio, pero existe el perdón y contemplas su rostro envejecido, y crees haber regresado a los días de júbilo enorme y de tenaz pesadumbre, ya sabes.

Como él, también tú pronuncias esas palabras terribles que significan daño y pereza, te ata las manos la memoria y sueles confiar aún en la vida, pues si no qué ligaduras habrías de romper, qué conocimiento podrías ofrecer a tus contrarios para salvarte, o qué amores llevarte a la boca como si fuese un veneno más dulce este propósito tuyo de contar el tiempo, y de excluirlo.

No debes volver, te dices a ti mismo cuando sufres el mal incurable del desánimo, ya las llamas se llevaron tu ropa de muchacho enfermo y las cenizas las guarda un hombre triste que nada ya recuerda. No debes volver, y que los años que fueron la red donde caías sin mancarte te asombren ahora con su guiño horrendo, como hace la sacavera y el pájaro muy gris de Montecorral, y que la noche nos utilice para entorpecer todo cuanto amas.

De cualquier manera ya crece el espliego donde ayer jugabas a morir a manos de un atemorizado gladiador llamado Isi y te enfurecen sus gritos de socorro. Qué importa el cuenco donde su sangre se espesaba y parecía mentira.

(Luis Miguel Rabanal,
Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza, Ediciones Leteo, 2010)

viernes, 16 de septiembre de 2011

escribir / leer


I

Reconocer que no me gusta escribir podría sonar a pose frívola. Para ser más precisos: escribir, como volar, me aterra y me llena de ansiedad. Por eso vuelo y escribo cuando ya no hay más remedio, fiel a un no sé qué sentido extraño de la fatalidad. Luego de que ya estoy en una de esas dos situaciones, me cuesta mucho dar conmigo, a no ser en algunas fugaces coincidencias, para compadecerme, agorero, de la inminente catástrofe. El resto del viaje, por lo general, se dejará acunar por el olvido. Ya abrí esta bitácora, allá por el 2007, a sabiendas de la tara que aquí comento, y me sorprende, de verdad, que aún siga en pie. De hecho, el otro día tuve una pesadilla horrible, espantosa, donde lo único que hacía era escribir horas y horas una entrada interminable para este blog. Era tan extensa que ya no me cabía en el editor de Blogger, así que tuve que copiar lo que llevaba escrito y pegarlo en mi propio editor de texto, sin darme cuenta, mientras no podía parar de escribir, de que había copiado todo internet, los blogs, los foros, los chats, el porno, la wikipedia y la bitácora de Vicente Luis Mora. No hay peor pesadilla que soñar que uno escribe. Es como si te llevan al parque de atracciones y te dicen que tú tienes que construir la montaña rusa y el túnel del terror. ¿Y eso cómo se hace? Porque ahí está el meollo del asunto. Yo fracasaría de pleno en cualquiera de esos talleres literarios que tanto pululan por ahí. No tengo ni la más remota idea de cómo se escribe un poema. Lo que es peor: ignoro cómo no se escribe. Sólo puedo decir que me gusta la música, la canción y la letra; y luego están esos momentos raros de lucidez o presagio, cuando uno piensa, a punto de embarcar, que ni loco debe coger ese vuelo. Cuando todo viene espeso de información y doctrina; cuando no suena ni la música ni la letra, sino algo inútil, estridente y destemplado como unas turbinas rotas: la letra de la letra.

II

Mi abuela (suele contar mi madre) soltó una frase memorable viendo un espectáculo de trapecistas en los primeros años de la televisión española: "¡Eso yo nunca lo hice!". Es de suponer que quiso decir "nunca lo vi", claro, pues mi abuela no pertenecía al gremio de los acróbatas sino al de los maestros. Pero ahora me doy cuenta de que ambas frases son la misma cosa y definen a la perfección la actitud más saludable ante el mundo, nuestra grata pequeñez, el corazón mismo del asombro. Ante un poema que leemos emocionados y sobrecogidos, ante una catedral, los dedos de Anne Sophie Mutter o un gato, no hay mejor respuesta crítica que decir, sí, "eso yo nunca lo hice", y escribirlo por todas las paredes y en las espaldas de los notarios. Jamás poner: "eso me hubiera gustado hacerlo a mí". ¿Quién tiene ganas de construír una montaña rusa?

jueves, 1 de septiembre de 2011

"La primavera del otoño"

¡SETIEMBRE! ¡Eres la primavera del otoño! Las primeras brisas frías estremecen el malva de tus tardes vagas; tienes el primer encanto de los cristales cerrados; tus árboles ostentan las primeras hojas amarillas ... ¡Setiembre, eres como una hermana mayor de abril, como una mujer de treinta años, con el pecho un poco blando y los ojos hondos, melancólicos, seria, doliente ... Eres el mes de las tardes, el lujo de las tardes, el encanto, el tesoro, la maravilla de las tardes! ¡No tienes la fresca algarabía de las fuentes, sino el encanto del color sentimental, de la paz triste, de las nostaljia infinita! ¡Setiembre, eres como una frente pensativa...!

JRJ

***

Tras un julio y un agosto a la sombra, bastante apretado de trabajo, intentaremos dar comienzo al nuevo curso de estas diosas, aturdidas y holgazanas. Poco a poco irán menguando los días y los escotes de las señoras estupendas. Ya hemos visto demasiado. Y ahora, bajo la ropa, se nos antojarán más estupendas. Septiembre, textual y textil, es todo un lujo, sí. La primavera que quiero.

***

Y empiezo el nuevo curso con mi agradecimiento a Luis Miguel Rabanal por colgar en su estupendo blog un poema de mi Tránsito. Un orgullo estar allí. Les dejo el enlace:

http://luismiguelrabanal.wordpress.com/2011/08/31/transito/

Mil gracias, Luis Miguel.

***

Por último, este verano (que aún no ha terminado), mantenemos en la web de DVD una sección de temporada llamada "Vacaciones aún más críticas". Estará abierta hasta mediados de septiembre, más o menos. Aquí pueden acceder a los textos de los autores que han colaborado, amablemente, en ella (y los que quedan por llegar):

http://dvdediciones.com/vacaciones-aun.html

domingo, 17 de julio de 2011

2 Tránsitos

Pueden leer, si lo desean, en la web de DVD Ediciones el texto de la hermosa presentación de Tránsito que hizo José Luis Gómez Toré el pasado mayo en la librería Rafael Alberti de Madrid. Aparte del inevitable autobombo, es un texto del que un servidor se siente muy orgulloso, pues procede de un excelente poeta. Aquí el enlace:

http://dvdediciones.com/cronicas_presen_transito_gomeztore.html

(José Luis, por cierto, acaba de publicar en la siempre inquieta editorial Amargord, en colaboración con la artista Marta Azparren, un muy recomendable poemario, u artefacto poético, Claroscuro del bosque, del que tendremos ocasión de hablar con detenimiento, más adelante, en estas diosas.)

***

Por otra parte, Carlos Miranda firma una generosa reseña de Tránsito en el último número de la revista Nayagua, que edita la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Y aquí la cuelgo, con mi agradecimiento.

jueves, 9 de junio de 2011

Kaïmaki / Mataroa




Mataroa
es el nombre del nuevo disco de Kaïmaki, un grupo de música que deben conocer sin falta, que habita una extraña frontera, la que está entre París y Grecia, entre el jazz y la música griega, dos territorios infinitos. Mataroa es tambien el nombre mahorí ("la muchacha de la cara larga") que tuvo una vez un barco, el que llevó a los artistas e intelectuales griegos que huían de los horrores de la guerra civil griega y la dictadura de los coroneles hacia París. Jazz, música griega, los textos testimoniales de André Kédros (uno de aquellos exiliados), la poesía de Yannis Ritsos... Kaïmaki definen Mataroa como "un álbum en la encrucijada de caminos, un lienzo musical y poético que indaga sobre la noción de identidad". Al frente del proyecto está el pianista y compositor parisino de origen griego Stéphane Tsapis. Hay músicos espléndidos. Y la voz del grupo es Dimitra Kontou, una actriz y cantante griega de un talento superlativo, cuya amistad me honra y me enorgullece. ¿Qué más se puede pedir? Pueden conocerlos mejor en su página web: http://www.kaimaki.fr y escuchar algunos adelantos del álbum.

No soy crítico musical, creo que no soy crítico de nada, pero escuchar a esos músicos, y escuchar a Dimitra cantar y recitar los versos de Yannis Ritsos con esa dicción tan suya e inconfundible, me conduce de cabeza a una palabra del griego moderno (es decir, del griego) muy hermosa, como todas las palabras griegas: ανατριχίλα, cuya traducción en español podría ser nuestro pedestre y vulgar "carne de gallina". Creo que los dioses, aunque no existen, se complacen una y otra vez en herirnos inventando sin descanso palabras griegas para consuelo de pobres mortales.

domingo, 5 de junio de 2011

Noches áticas

(foto: Wikipedia)

Aulo Gelio, estudiante romano, escribe en latín en las noches de Atenas. Escribe un libro infinito, absurdo, que yo jamás acabaré de leer. Y su latín es tan plano, tan desamparado como el invierno que pastorea estrellas en la calle vacía bajo su ventana. Me imagino la ventana, estrecha, asfixiada, y la mirada remisa del estudiante, interrogando a la noche de los griegos; y la mesa mugrienta donde se multiplica el tumulto de sus papeles, el olor rancio de la tinta, los disciplinados surcos de su soledad. Y el latín que vuelve cada noche a abrir sus bruscos labios, con su acento de arado y sangre turbia: ese bajo latín que acude como un gesto ajeno siempre y desplazado, un pulso sordo, el amago de un beso a destiempo en el silencio más frío de la noche ática, raro silencio que se da solamente cuando hasta los griegos son capaces de abandonar sus calles. Porque Atenas sin griegos no es sino un escaparate de piedra, un racimo amargo de antepasados y columnas, un laberinto que gira y gira con el joven Aulo Gelio en su centro, incapaz siempre de dormir, definitivo enfermo de extrañeza que escribe en latín de todo cuanto aprende, o ha aprendido, o ha creído aprender de los griegos; y deshila los itinerarios más peregrinos del conocimiento. Acaso Aulo Gelio ha sospechado ya que el conocimiento es un malestar en el costado, recurrente en ciertas horas de la madrugada. Un gusanito terco que escarba la conciencia cuando todo converge en algo parecido a una certeza. Y cada punto de luz o sombra en tu fotografía es una pregunta entre tantas que Aulo Gelio y yo formulamos al azar para componer un todo perfectamente incomprensible. ¿Qué número de tibias rotas constituía el sueño de Pitágoras? ¿A quién rescataba del olvido Cervantes cuando se masturbaba con la mano que no tenía? ¿Cuántas golondrinas puede admitir el invierno sin venirse abajo? ¿Quién se acuerda ya de Aulo Gelio, estudiante romano? Acaso, acaso él ya ha comprendido que el universo es una construcción sentimental. Y el amor, como quería Safo, se levanta a fuerza de voluntad de abeja. Yo no amo a Atenas, pero Atenas existe porque Aulo Gelio se mantiene cada noche en vela, cada noche sosteniendo su arrebatado amor por la ciudad que no le escucha. Atenas existe porque Aulo Gelio estudia en Atenas con un apego colindante casi con el delirio. No, yo no amo a Atenas, pero Aulo Gelio me mantiene despierto en su atormentada erudición, en este insomnio horriblemente pagano, y no me deja dormir, y no me deja olvidarte, y me enreda los párpados a sus papeles bajo la escueta claridad de tu ausencia.

miércoles, 1 de junio de 2011

Partenios en Ophelia


La revista digital Ophelia, especializada en el mundo del teatro y de la escena, acaba de sacar un número monográfico sobre poesía y teatro. Atendiendo a su amable invitación, colaboro en este número con una traducción mía del partenio I de Alcmán, que aparece junto a mi poema Partenio (perteneciente a Tránsito), y una breve nota introductoria. Pueden verlo pinchando en este enlace:

http://www.ophelia.es/revistas/teatro_y_poesia/articulario/partenios/

miércoles, 27 de abril de 2011

Presentación de Tránsito en Madrid / Tránsito recomendado en Qué Leer


Dos noticias relacionadas con mi nuevo poemario Tránsito.

Tránsito se presentrá en Madrid el próximo martes 3 de mayo, en la librería Rafael Alberti (C/ Tutor, 57) a las 19 horas. Estará un servidor, y contará con un presentador de excepción, el magnífico poeta José Luis Gómez Toré.

Ojalá nos podamos ver por allí.

***

La segunda noticia (y grata sorpresa para mí) es que Tránsito aparece entre las recomendaciones de poesía en el número extra de primavera de la revista Qué Leer.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Un poema de Tránsito en el blog de José Luis Piquero

El poeta y fumador de pipa José Luis Piquero ha tenido la amable generosidad de colgar en su Guarida de Caín un poema de mi último libro, Tránsito. Desde aquí, todo mi agradecimiento.

El enlace:

http://minombre.es/joseluispiquero/2011/03/23/un-poema-de-juan-manuel-macias/

domingo, 20 de marzo de 2011

Nadie

Algunos dicen practicar la objetividad ante la poesía o cualquier otra forma de arte, o incluso ante el mundo. Nadie es objetivo, pero a diferencia de nosotros, subjetivos y descarados, el que se pretende objetivo simplemente oculta sus ardides a la manera del tahúr y entrega la cara (y la carta) que le conviene de su abundante repertorio, según la ocasión. Se mueve entre la cautela y la mesura, esas dos vírgenes sombrías. Nosotros preferimos la caída libre sin amparo, mortal a la fuerza, pero emocionalmente más saludable.

No digo que no haya datos objetivos. Se puede llegar a un cierto consenso sobre una amplia gama de cuestiones y, así, declarar en unánime asamblea que el ser humano tiene cuatro extremidades y los octosílabos ocho sílabas. Pero lo malo de los datos objetivos es que no nos sirven para nada ni nos salvan. ¿Acaso aportará algo comprobar que esa luna llena que sube desde la mitología hasta nuestra intranquila ventana es prácticamente redonda? Grande es nuestra ignorancia, desde luego, pero el universo, hasta sus más ocultos rincones, no deja de ser una tremenda perogrullada de sí mismo. Se da ya por sabido en el espejo de nuestros ojos, mil veces más extremos que esa ignorancia; nuestra mirada, que sostiene a la luna en vilo, y puede enunciar cosas como «árbol», «ciudad», «botijo», «archipiélago», «tú».

El sueño de la mecánica de Newton pretendía reducirlo todo a un limpísimo juego de engranajes girando a despecho de nosotros, como una oficina que trajina sin oficinistas. Sin embargo, no hay nada más triste, más enajenado que las cosas soportando el caudal de su existencia ciega. ¿Dónde están todos aquellos peldaños cuando yo no los recuerdo ni tú los puedes o los quieres ver? El crítico objetivo también sueña y reclama para el poema esa misma condición indiferente, inmutable y perfecta del universo de los viejos físicos. Pero, ¿dónde están los poemas cuando no se recuerdan ni (lo que es lo mismo) se dicen? Seríamos demasiado indulgentes si respondiéramos que en el papel o los libros. No, los poemas sólo son en la voz, en los labios, en el gesto, en el momento irrepetible, en ese tramo acotado de nuestra biografía. Y siempre contaminados de nosotros y de nuestro precario tiempo.

Hay quienes llegan a olvidar que la poesía es una herencia de aquellos que creían en la magia, el asombro y el misterio. Pero así debemos aceptarla, con esa tara de nacimiento. Vino con nosotros y se marchará con nosotros. Y después, cuando los peldaños dejen de ser peldaños y la luna regrese a su circunferencia casi perfecta, entonces tal vez nadie lo empiece a ver todo con una encomiable objetividad.

viernes, 11 de marzo de 2011

Bajo la piel, los días, de Eduardo Moga

[Esta reseña mía de poemario de Eduardo Moga Bajo la piel los días
apareció hace unos meses en el número 3 de la revista Isla de Siltolá]


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Tras varios adelantos y una cierta diáspora por publicaciones en internet y papel, llega al fin la última entrega poética de Eduardo Moga, ya de cerrada unidad y editada espléndidamente por Calambur. Nos viene con el embozo y la disciplina ficticia de un diario, de cuyas variadas invenciones no hallaremos menos notable esa conciencia siempre a punto de disgregarse en sueño, objeto y sujeto del discurso, que baraja y desbaraja sin tregua su vendimia cotidiana. Es una conciencia que se explica en prosa. «Los poemas pueden estar en prosa pero es mejor que sean prosa», nos explica a su vez el autor de dicha conciencia, y no podemos estar más satisfechos con sus palabras. De igual forma afirmaríamos que un poema también puede ser un soneto, pero nunca estar en un soneto. Al cabo, verso y prosa no parecen tanto dos elecciones tipográficas como dos pulsos de ánimo, a veces compatibles. Dos extremos posibles con un inagotable abanico de matices entre medias: muy lejos todo, por fortuna, de la lectio divina de los escolásticos.

La prosa de estos poemas, por tanto, no es un recipiente previo que espera ser llenado con «lo poético», pero tampoco una suerte de barra libre. Sería supersticioso pensar que la prosa es el estado natural del lenguaje, su territorio indómito. ¿Nos volvemos, también, más naturales en prosa? Sabemos (y ya es mucho saber) que el lenguaje nos suele servir para comunicarnos e intentar ordenar los pensamientos en nuestros prosaicos (que no prosísticos) días. Igual que las ramas de un árbol pueden convertirse en combustible. Pero el poeta va por otro camino, ajeno al uso comunal. Hay un desconcierto súbito, un aprendizaje infantil, una demanda: «Hemos salido en busca de las palabras: de las que nos unieran, de las que nos liberaran (…) Las palabras no tenían sonido, sino que sangraban; no tenían voluntad, sino volumen.»

Esa búsqueda constante vertebra el libro trazando una poesía asimétrica y fronteriza. El arte es esencialmente capricho y la frontera se vuelve el lugar más propicio para el poema, si entendemos la poesía como una tierra de nadie en medio de la guerra santa de los géneros, en espera de que éstos acaben por matarse definitivamente. Esa neutralidad (el «término no marcado», tildarían los lingüistas), ese estar siempre a punto de convertirse en cualquier otra cosa, hacen de la poesía una perfecta maestra de supervivencias, y los treintaiún poemas del volumen lo aprovechan hasta el fin. Todo sirve para el feliz expolio, todo se acumula en más y más estratos de diversos tonos y motivos: las reflexiones poéticas, la inseguridad ante la propia escritura o la de los demás, un afán ordenador de causas y efectos, la introspección somática, la soledad, el onanismo, la certeza de los otros, su incertidumbre también... de todo sale indemne cada poema, incluso de sus calculados momentos antipoéticos, que alternan, mediante asombrosos cambios de ritmo, con otros pasajes de deslumbrante lirismo e imaginería, a menudo salpicados de aliteraciones sutiles o de un vago (¿por qué no?) cascabeleo endecasílabo.

La dicción de Moga se conduce como un arrebatado, siempre insomne escarpelo hacia y por la realidad en torno. Pero la realidad re-encontrada es de naturaleza verbal. «La realidad se compone de corpúsculos lingüísticos, que chirrían cuando los piso, o se confederan en seres, o cobran dureza de nube (…) es verbo el viento que menea las ramas del árbol, y el árbol, y el amor que se ha sentido bajo sus ramas, y la nostalgia de ese amor.» Llega un momento en que el poeta comparte, por un instante tan sólo, el desasosiego de la sintaxis, antesala del abismo morfológico y el vértigo de la etimología, que son preludio a su vez del más desabrido pavor fonético. Al buscar la partícula indivisible y original, se descubre de pronto que las palabras están hechas de metáforas, y las metáforas de otras metáforas, como si en el fondo nunca se nombrara nada y el lenguaje estuviera aquejado de una infinita impropiedad. La poesía es incapaz de descifrar esa secreta trabazón de los hechos, los pensamientos y los lugares, pues, de lo contrario, se aniquilaría a sí misma. Pero estos poemas, como si de un virus se tratase, reproducen dentro el misterio y lo alimentan. Digamos que están enfermos de realidad y, por tanto, son realidad. Viven.

El armado de un poemario siempre conlleva el construir un poeta. Sin embargo, el poeta de Bajo la piel, los días no adopta la pose de creador, sino otra mucho más cercana a los mortales: la de compilador, término este que sonaba a música celestial en los oídos de los filólogos románticos. Y no andaban del todo descaminados. El poeta que crea es un personaje de leyenda, como legendarias son sus intenciones. Pero el poema, lo que queda, siempre es obra del lector. Eduardo Moga compila y recensiona la voz de Eduardo Moga y también, a veces, la de otros, como los pasajes escritos por Sergio Gaspar en un intercambio de correos y que abarcan nada menos que un poema entero del libro y parte de otro: «Ignoro si los consideraba poemas al escribirlos, pero yo sentí que lo eran al leerlos». Tal podrán decir de este libro, sin duda, quienes lo acojan y lo hagan suyo, como un eslabón incorporado a su propia y fragmentaria sucesión de días.

jueves, 3 de marzo de 2011

Anacreonte mix

Otro ejercicio de arqueología íntima. Rescato aquí unas viejas traducciones mías de Anacreonte de Teos. Fue, entre los líricos griegos arcaicos, el poeta que más voluntad puso en parecerse a Anacreonte de Teos. Y, a juzgar por sus pocos y dispersos fragmentos conservados, anduvo muy cerca de lograrlo.

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348 PMG

Te imploro a ti, flechadora de ciervos,
hija rubia de Zeus, soberana
de agrestes fieras, Ártemis,
que acaso ahora, sobre las corrientes
del Leteo, vigilas la ciudad
de varones intrépidos, alegre
ya que no pastoreas
una grey de salvajes ciudadanos.

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356 PMG a, b

Venga, niño, trae la copa
para beberla de un trago.
Vierte diez cazos de agua
y de vino cinco cazos,
que quiero, sin desmesura,
celebrar de nuevo a Baco.

Venga de nuevo, y no más,
entre gritos y entre escándalo,
al modo escita bebamos;
antes bien, embriaguémonos
de vino entre bellos cantos.

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357 PMG

Señor, junto a quien el tirano Eros
y las ninfas de ojos endrinos
y Afrodita la púrpura
juegan, tú que recorres
las elevadas cumbres de los montes,
de rodillas te pido: ven a mí
propicio y, grata como es,
oye mi súplica:
conviértete de Cleóbulo en un buen
consejero, y que acepte,
oh Dioniso, mi amor.

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358 PMG

De nuevo a mí su bola púrpura
me arroja Eros de cabellos de oro
y con una muchacha de sandalias
adornadas, al juego me convida.
Pero ella, de la bien plantada Lesbos,
mis cabellos rechaza,
blancos cual son, y queda boquiabierta
ante otra distinta cabellera.

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359 PMG

A Cleóbulo yo quiero,
por Cleóbulo enloquezco
y tras Cleóbulo mis ojos llevo.

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360 PMG

Muchacho de mirada de doncella,
te busco y no me escuchas;
no sabes que de mi alma
llevas las riendas.

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361 PMG

Yo no querría el cuerno
de Amaltea, ni ciento
cincuenta años, tampoco,
como rey de Tartesos.

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363 PMG

¿Por qué te ensalzas
cuando te untas con ungüento el pecho
más hueco que una caña?

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376 PMG

Tirándome otra vez desde la peña
de Leúcade, en las olas blancas me sumerjo, ebrio de amor.

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388 PMG

El que antes llevaba un gorro liado cual piel de avispa,
y unas tabas de madera en las orejas, y al lomo
un pellejo de buey calvo

(mugrienta funda de un mal escudo); y con panaderas
y rameras se mezclaba el desgraciado Artemón,
y halló una vida canalla.

El que a menudo en el cepo ponía el cuello, y en la rueda,
y en la espalda le azotaban con un látigo de cuero,
rapado de pelo y barba,

ahora marcha en un carrito, llevando pendientes de oro,
el hijo de Ceca, y usa un parasol de marfil,
imitador de mujeres.

***

395 PMG

Canosas tengo ya las sienes
y blanca la cabeza,
y ya no me acompaña la graciosa
juventud, y mis dientes son ancianos,
y de la dulce vida ya no es mucho
el tiempo que me queda.
Por eso yo sollozo
a menudo, del Tártaro espantado,
pues el abismo de Hades es terrible
y penoso el descenso, y es seguro
que aquel que lo ha emprendido ya no vuelve.

(Traducciones de Juan Manuel Macías)

viernes, 25 de febrero de 2011

SOLEDADES DE MI BLANCA SEÑORA / Álvaro Cunqueiro

¿Me escuchas así, mi señora amada,
cuando de mi pecho la trova arde,
o detrás de ti la sombra de mi sueño
locamente la tuya apresa y besa?

¡Oh dulce el peso de tu cuerpo en mi mente echado!
En este río de mi vagar sin fin,
¿qué incendiado navío no navegas en la noche?

--¿Por qué este corazón tanta flor marchita,
por qué no es mortal de tanto fuego la ceniza,
por qué aún soy yo de tanta palabra la boca?

Mi blanca señora, cuerpo delgado:
este bosque es del tiempo de la más reciente luna,
y ese malvís que tanto aire enflauta
cada día que amanece renace y silba.
Amante, en mi vaso todavía canta la sed.

¡Esa luna nevada, amor, que de tu cuerpo
crece con la noche sobre las cumbres de mis ojos!

Deja que florezca, al abrigo de los cerezos
en las islas de tus ojos el alba rumorosa.
Adormece a mi lado, mientras se quiebra el día
bajo un techo de alabanzas, tímidas cantadoras.

--¡Ese sueño que por dentro se desliza
y poco a poco se asoma a mi rostro!
¿Hace falta, quizás, un caballo rojo
o un ala mortal y fría para saltar afuera de esta lengua de fuego?

(De Dona do corpo delgado, 1950. Traducción de Vicente Araguas)

jueves, 17 de febrero de 2011

Els dilluns de La Cigale (2º aniversario)

Cumple su segundo aniversario Els dilluns de La Cigale, el ciclo de lecturas poéticas (en el sentido más aristotélico del término) que Juan Vico y Álex Chico organizan un lunes al mes en el café La Cigale de Barcelona, con su decidida y encomiable apuesta por la diversidad estética. Un cálido oasis en medio de tanto acto literario monocorde de tedio y boato, como bien sabemos quienes tuvimos el honor de leer allí o, al menos en mi caso (timidez mediante), intentarlo. El ciclo no puede tener una divisa más feliz: "Los autores leen sus poemas, los poemas leen a sus autores". Pero sus dos artífices lo cuentan mucho mejor en esta crónica que escribieron para la web de DVD Ediciones:

http://dvdediciones.com/cronicas_lacigale.html


lunes, 14 de febrero de 2011

sábado, 12 de febrero de 2011

Olga Bernad escribe sobre Tránsito en el Heraldo de Aragón

Y aquí lo cuelgo, como un repentino escudo nobiliario, emocionado y agradecido:



(Fuente: Revista de artes y letras de El Heraldo de Aragón)

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domingo, 6 de febrero de 2011

Tránsito, mi nuevo libro de poemas



Aquí, la novedad en la web de DVD Ediciones:

http://dvdediciones.com/novedades_transito.html

Y mi agradecimiento a Antonio Rivero Taravillo, por su generosa y tempranera mención.


Actualización: 9 de febrero del presente año:

... Y como las alegrías nunca vienen solas, la poeta Olga Bernad acaba de anunciar en su bitácora el nacimiento de su nuevo poemario, Nostalgia armada, primorosamente editado por Siltolá de Sevilla. Enhorabuena, vecina.

El enlace:

http://cariciasperplejas.blogspot.com/2011/02/mi-nuevo-libro-nostalgia-armada.html

jueves, 6 de enero de 2011

Epitaph, de King Crimson

Adoptando de entrada un tonillo cínico, podríamos decir que Epitaph de King Crimson es una gran canción a pesar de los excesos himnico-psicodelico-elegíacos del letrista (e iluminador) Pete Sinfield. Realmente, es una gran canción gracias también a esos excesos, que la definen y le son característicos. El glorioso final de la cara A de In the court of the crimson King es un riguroso clásico, como la poesía de Horacio. Igual algún día me da por divagar aquí sobre el concepto de "lo clásico". Pero, entre tanto, les dejo con una versión en directo del 69 (ese año), y con un Greg Lake en estado de gracia.

(Uno de esos vídeos que algún alma caritativa cuelga de vez en cuando por el Youtube y que duran hasta que Robert Fripp, justiciero, se da cuenta)