lunes, 22 de septiembre de 2008

Safo y la traducción




Tal vez se deba a la enfermedad de la escolástica, propagada por los griegos en su larguísima decadencia, esa idea malsana de que la poesía no sólo se puede traducir sino que, incluso, se debe traducir. La escolástica es la penúltima puerta del cansancio, y los filólogos alejandrinos, ociosos y crepusculares, vertían todo su vigilante cansancio sobre los poemas que anotaban y catalogaban. Probablemente también estaban cansados de esos poemas y de esos poetas; se diría que también lo estaban de sí mismos.

La actitud del escolástico presupone que el poema está dotado de un contenido aprovechable. A veces, un pensamiento, una doctrina que se puede compartir o refutar; otras, la expresión de sentimientos más o menos elevados o perversos. Con tales premisas el poema (y el poeta) puede ya merecer oportunamente su condena o su absolución, según suene lo que diga al oído crítico de turno. El paso siguiente sería ya desligar a la poesía del lenguaje y establecer la drástica distinción entre forma y fondo. El continente podría ser vistoso y bello, pero ornamental al fin y al cabo. El valor intrínseco del poema estaría en el contenido. Cambiar de botella, mudar de vestido... Y todos los símiles que se les ocurran. He aquí, sin duda, el germen de esa superstición que se llama «traducir poesía».

Safo, griega como sus primeros exégetas, vivió siglos antes una época probablemente igual de miserable, pero acaso más sencilla. Así pues podríamos atrevernos a postular su escepticismo ante el hecho de que alguien intentara verter sus poesías a otra lengua. Sobre todo por la perogrullada de que su lengua materna era el griego y componía en griego para oídos griegos. ¿Provincianismo lingüístico? Tal vez, pero también una gran dosis de sentido común. Si la lesbia sospechaba (o se temía) una fama póstuma e imperecedera seguro que lo hacía pensando en que, mucho tiempo después, alguien iba a recuperar un poema suyo de la memoria y lo iba a decir tal y como ella lo había creado. Sus poemas eran objetos nítidos, palpables, evidentes como esa lira junto a la cual tantas veces se la representó en la antigüedad

No es mi intención aquí perderme en divagaciones eruditas sobre mis avatares a la hora de traducir a Safo. Me bastará con un pequeño desahogo sentimental, si me lo permite el lector. Hace ya mucho tiempo, cuando apenas sabía griego y, ni mucho menos, conocía las excentricidades del dialecto lesbio, mi primer encuentro con un poema original de Safo fue el del célebre fragmento 16 de la edición Lobel-Page, cuyos cuatro últimos versos les reproduzco a continación.

τᾶ]ς κε βολλοίμαν ἔρατόν τε βᾶμα
κἀμάρυχμα λάμπρον ἴδην προσώπω
ἤ τὰ Λύδων ἄρματα καὶ πανόπλοις
πεσδομ]άχεντας.

Esos versos ya nunca sonarán como sonaron hace veintisiete siglos pero, de alguna extraña forma, aún puede percibirse algo de su primitivo encantamiento, si los leemos a la manera escolar erasmiana, y, por tanto, artificial. Sin darme cuenta, ya me los había aprendido de memoria. Podríamos decir que esa (y no otra) es la poesía de Safo, y que quien no la haya leído, entonces jamás ha leído a Safo. Pero soy más pesimista, incluso. El paso del tiempo, las arenas del desierto, el puro azar han ido diseminando silencios y han edificado, muy lentamente, ese poema extraño que hoy los filólogos denominan «los fragmentos de Safo», algo absolutamente inesperado para la propia Safo. Se trata de un poema condenado a incompletarse eternamente, como lo demuestra el hallazgo en 2004 del papiro de Colonia. Y lo que yo entiendo por «traducirlo» no ha sido desde entonces otra cosa que intentar evocarme en mi propia lengua, tal vez compartir, la emoción de aquellos primeros versos y otros más que vinieron después. Al fin y al cabo, la traducción no es más que un género literario y, las más de las veces, un vago ejercicio de melancolía.



(Nota: Estas líneas se publicaron por marzo de este año en DVDEdiciones.com, junto a un artículo de Juan Andrés García Román sobre su traducción de la poesía póstuma de Rilke en DVD Ediciones. Ambos textos pueden encontrarlos aquí.)