viernes, 8 de enero de 2016

Zoar

Cuando el viento sopla por aquí de noche, y en esta calle tan apartada del mundo, se vuelve elemental, casi mitológico, como una larga conciencia extraviada. Decimos, sí, que el viento «sopla», y el verbo, con sus graciosas oclusiva y líquida, no deja de tener un algo pesado, de motor, de esfuerzo. Qué distinto de ese «zoar» gallego del gran poema de Rosalía: «i eres o vento que zoa». El vocablo pasa sonando por la voz, hecho de la misma materia del viento, sin principio ni final, sin un propósito, sin un destino. Misterioso y ligero como el propio poema (a pesar de todo el sambenito hímnico que le ha venido cayendo encima). Me apetece recordarlo aquí, como un pequeño conjuro frente a todo el invierno que aún nos queda por pasar.

***

Cando penso que te fuches,
negra sombra que m' asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino qu' es ida,
no mesmo sol te m' amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas;
si choran, es ti que choras;
i es o marmurio do río,
i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo
pra min i en min mesma moras,
nin m' abandonarás nunca,
sombra que sempre m' asombras.

-- Rosalía de Castro (Follas novas, 1880)